Alien: Romulus (2024). En el espacio nadie puede escuchar tus pataletas

 Ah, Alien Romulus, una grata sorpresa en este mar de secuelas innecesarias y remakes insípidos que Hollywood nos ha estado vomitando en los últimos años. Recuerdo como si fuera ayer aquel domingo por la noche en que me topé con Alien (1979) en la televisión. Era la época en la que las películas te atrapaban de verdad, cuando el terror no se basaba en saltos de miedo baratos, sino en una atmósfera que te carcomía por dentro. Ridley Scott lo logró con una obra maestra de la ciencia ficción y el horror, y ahora Fede Álvarez se atreve a regresar a esos terrenos con Romulus.

Álvarez no es un cualquiera, el tipo sabe lo que hace, lo vimos en Evil Dead (2013) y en Don't Breath (2016) y en esta película lo demuestra. Su mano se siente en cada rincón oscuro y en cada susurro del atemorizante espacio, logrando transportarte de vuelta a ese terror puro, crudo y sin concesiones que hizo grande a la saga. Claro, no podemos negar la presencia de Ridley Scott como productor, y las partes mas bajas conectan con las precuelas de la saga, aunque Romulus no se desvía hacia los desastres que vimos en Alien: Covenant—una película que, siendo honestos, parecía más interesada en filosofar sobre la creación o dar propósitos que no queríamos a Wayland-Yutani que en asustarnos como es debido.

Romulus corrige el rumbo en la forma y, aunque tiene sus momentos donde se tambalea, logra salir a flote. Es un digna sucesora que respeta sus raíces, algo que este viejo gruñón agradece profundamente. No es perfecta, pero en estos tiempos, pedir perfección es como esperar que el rock vuelva a dominar las listas de éxitos musicales.


por: jC30_Rock

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