Kes (1969). Como entrenar a tu cernícalo
Kes (1969) es una de esas obras del cine británico que te golpea en el estómago y te deja sin aire, como el cine de los 70 sabía hacer. No es una feelgood movie que te hace salir del cine con una sonrisa, ni lo pretende. A diferencia de ese final azucarado que nos dio Billy Elliot décadas después (pensé muchas veces en paralelos y diferencias al verla), Kes te recuerda que la vida, como lo fue el Reino Unido de los años 60 y también en nuestro Chile de los años 70 y 80, no siempre tiene finales felices.
Ken Loach nos ofrece un retrato desgarrador y honesto de una época dura, donde la esperanza es tan escasa como el trabajo decente. No esperes luces brillantes ni melodías pop pegajosas; aquí, la realidad se vive en tonos grises y el único respiro viene de la conexión del joven protagonista con su cernícalo, un vínculo que se siente tan real que duele.
El chico que interpreta a Billy Casper te roba el corazón con su actuación, tan cruda y sincera que te olvidas de que estás viendo una película. No es un héroe en el sentido tradicional, pero su pasión por ese cernícalo se convierte en su única forma de escape, su única ventana a un mundo mejor, aunque sea por un breve momento.
Kes es una de esas películas que todo amante del cine debe ver, no solo por su valor cinematográfico, sino porque te recuerda que no todas las historias necesitan un final feliz para ser memorables. Sí, lo admito, me hizo llorar, y no me avergüenzo de decirlo. A veces, un buen llanto es lo único que puedes sacar de este tipo de películas. Y eso está bien.
Con el Cineclub la conversamos y la paramos a lado de Billy Elliot, otra inolvidable.
por: jC30_Rock
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