Robot Salvaje (2024)
Antes
de entrar a desmenuzar la nueva entrega de DreamWorks (Shrek; Como entrenar a
tu Dragón, etc), es importante aclarar que esta película está dirigida a los
niños y niñas del mundo mundial, y no al vejestorio amargado que escribe estas
palabras.
Asimismo, se advierte la existencia de SPOILERS en las líneas siguientes.
A modo de resumen, se nos relata la aventura de una robot, que satisface cualquier tarea -al estilo de Mr. Meesek-, quien después de un naufragio y una serie de desencuentros con los animales de la isla -que incluye un “gansocidio”-, toma la tarea de cuidar a un ganso huérfano, en miras de que éste aprenda a nadar y volar antes del invierno. (cualquier parecido con ese cornetazo de “Volando a Casa” con Anna Paquin es pura coincidencia)
Con
la ayuda de un zorro astuto, nuestra robot asume la difícil tarea de ser la mamá
del ganso más pequeño en este mundo salvaje, llamado “Brillo”, quien es objeto
del bulling de los otros gansos más grandes, además de recibir el rechazo
general de los animales por haber sido criado por un monstruo.
Como
es posible imaginar, todo termina en un “final” feliz, ya que Brillo
logra emigrar con los otros gansos… el problema es que aquello ocurrió en la
mitad de la película, faltando la historia de como nuestra protagonista salva a
todos los animales del frio mortal del invierno y como éstos recíprocamente la
salvan de las garras de la malvada compañía internacional que la fabricó, cuyo
fin era recuperarla para mandarla a un campo de reeducación del gulag reprogramarla.
Si
bien el mensaje de amor filial y construcción de comunidad es hermoso, incluso
emocionante, el filme no alcanza a construir firmemente los cimientos que
solidifiquen todas sus partes. Con la excepción del zorro, y tal vez del castor,
no logra desarrollar personajes que permitan ver la construcción de la
comunidad animal (cosa que sí vemos, por ejemplo, en La era del hielo) y, mientras
falla allí, quita tiempo valioso de metraje que hubiese servido para
desarrollar de mejor manera la relación madre-hijo. Incluso, los temas relativos
a la soledad, la desadaptación, el choque de culturas, la discusión sobre qué
significa la programación para un robot o naturaleza para un animal, no son
desarrollados a pesar de haber sido introducidos. Como si no fuera poco, se
tomó la decisión de tener muchas secuencias de “acción” -que es otra forma de
decir “violencia”-, que quitan potencia a una linda historia maternal.
En
suma, Robot Salvaje adapta una saga de libros del escritor Peter Brown y ahí
radica su problema principal; cuenta demasiada historia. No obstante, y recordando
la advertencia del primer párrafo, es una película que funcionó bien en los
menores asistentes a la sala, quienes se portaron bien y respondieron a las
emociones que proporcionó el filme.
Finalmente, no puedo terminar esta columna sin agradecer a Andes Films que amablemente nos dio la oportunidad de participar
en la función de prensa, esperamos seguir contando con su confianza.
Piter.