Jurado #2, Una justificación de Clint Eastwood para hacer cine a los 94 años
Clint Eastwood lo ha hecho de nuevo. En su novena década de vida, estrena Juror #2, su película número 40 como director, una cifra que casi da vértigo si recordamos que este hombre ya lleva 65 años dándonos clases magistrales desde la pantalla grande. Esta obra venía con altas expectativas, porque no estamos hablando solo de otro título en su filmografía: esta podría ser la pieza que cierre el telón de una carrera legendaria. Y Clint, en lugar de ponerse sentimental o rebuscado como muchos de sus contemporáneos, entrega una cinta sólida, humana y profundamente reflexiva, perfecta para una noche de cine adulta, de esas que cada vez son más raras. Digámoslo claro; este estudio de personaje quedó de la puta madre.
Juror #2 es una obra que recuerda a esos dramas de mediano presupuesto que se hacían a la perfección en los 70 y 80, antes de que los estudios lo apostaran todo a superhéroes y explosiones. Aquí Eastwood demuestra una vez más su mayor fortaleza como director: la empatía. Donde muchos de sus personajes se definen por su dureza y desconfianza, su cine encuentra lo valioso en ponerse en los zapatos de los otros, incluso de aquellos que sus protagonistas podrían despreciar. En lugar de sermonearnos, la película explora los matices de la moralidad y cómo todos, absolutamente todos, podemos tropezar con nuestras propias contradicciones.
Visualmente, Clint no está para fuegos artificiales, pero no necesita hacer malabares con la cámara cuando tiene un guión bien estructurado y un elenco que cumple a la perfección. Su estilo minimalista resalta lo esencial: personajes complejos en situaciones éticamente imposibles. La narrativa fluye con una maestría que pocos alcanzan, y cada rostro en pantalla transmite más que mil palabras, especialmente cuando Eastwood se toma su tiempo para enfocarse en las emociones crudas de sus protagonistas. Aquí no hay héroes infalibles ni villanos caricaturescos, solo humanos tratando de navegar sus dilemas con la brújula rota.
Si esta es la despedida de Eastwood, aunque ya sabemos que el viejo león no cuelga las botas tan fácilmente, Juror #2 es el tipo de cierre que querría yo, un amante de Unforgiven: un filme que honra el legado de un hombre que siempre entendió las sombras tanto como la luz. Es cine old school, con nervio, alma y un whisky en la mano. Si no la ves, probablemente estás desperdiciando una de las últimas cartas de un auténtico titán de Hollywood.
Opina: jc30_rock
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